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La frecuencia Schumann está siendo alterada por la 5G, el HAARP y otras tecnologías.

Numerosos grupos de investigación han informado que constantemente somos inundados por ELF (Frecuencias Muy Bajas), como de un “ruido” electrónico. Las ELF pueden convertirse en mortales para toda vida biológica, ya que modifican las frecuencias vibratorias naturales de los seres vivos, provocando graves disfunciones, como el pensamiento irracional, la incapacidad de concentrarse, la fatiga crónica y/o la muerte.

Estas relaciones electromagnéticas, pueden afectar nuestra mente, la estructura genética y celular de nuestro cuerpo, nuestros ciclos de sueño y sueños, nuestras emociones, y quizá, incluso nuestro espíritu.

 

El cerebro emite ondas que, en la vigilia, están operando alrededor de 13 a 33 Hz (ondas beta) o durante un estado de profunda meditación varían entre 3 y 7 Hz. Las ondas alfa (7-12 Hz) se emiten en un sueño o en un estado meditativo. Por último, están los rayos gamma (34-60 Hz) que se encargan de vincular el tiempo y el espacio neuronal y se interrelacionan en la realidad como una interpretación completa (memoria y conciencia).

 

El hombre es el producto de una onda de interferencia generada entre su campo de electrodinámica y la resonancia Schumann. El cerebro humano es un transceptor dispositivo complicado. En consecuencia, la exposición a la radiación electromagnética, las perturbaciones geomagnéticas causadas por el HAARP y el aumento de la temperatura de la tierra (causada también por los Chemtrails), causa trastornos mentales y de comportamiento.

En la década de los años 50, el profesor O.W. Schumann de la Universidad Tecnológica de Munich, Alemania, descubrió el efecto de resonancia del sistema tierra-aire-ionosfera, hoy llamado generalmente Resonancia Schumann, en honor a su descubridor.

 

Estas ondas vibran en la misma frecuencia que las ondas cerebrales de los seres humanos y de todos los mamíferos en general, correspondiendo el valor de dicha frecuencia a 7,8 ciclos por segundo o hercios (Hz), mas concretamente corresponde a la frecuencia de vibración del hipotálamo, y son ondas tan esenciales que sin ellas no es posible la vida.

Este fenómeno electromagnético fue observado por primera vez por Nikola Tesla, inspirando sus grandes proyectos posteriores para la transmisión de energía y comunicaciones inalámbricas.

La frecuencia de 7,8 Hertz del hipotálamo es una constante normal biológica, y funciona como un marcapaso para nuestro organismo. Sin la existencia de esa frecuencia la vida no sería posible. Esto se comprobó con los primeros viajes realizados al espacio fuera de la ionosfera en donde los astronautas, tanto los rusos como americanos, volvían de sus misiones espaciales con complicados problemas de salud. Al someterse un tiempo fuera de la ionosfera les faltaba la pulsación de esa frecuencia vital 7,8 Hertz. Al comprobar esto se buscó como solucionar el problema lográndolo a través de generadores de ondas Schumann artificiales.

Los científicos espaciales hicieron muchos estudios interesantes al respecto. Uno de ellos, fue la construcción de una especie de bunker subterráneo aislado magnéticamente. Durante varias semanas de experimentos en ese lugar comprobaron que después de algunos días sometidos a una variación de frecuencia magnética se producían, en las personas afectadas, los mismos problemas de salud: dolor de cabeza, falta de coordinación, disminución en la concentración, impotencia y alteraciones en el ritmo cardiaco. Luego comprobaron que si hacían ingresar a ese laboratorio de ensayos pulsaciones de 7,8 Hertz generadas artificialmente, por un breve espacio de tiempo, entonces las condiciones de salud de los voluntarios se volvían a estabilizar nuevamente.

Las experimentaciones indican que, con la generación ó inducción de frecuencias del rango 7.8 – 8 hz, consideradas campos magnéticos débiles, es posible:

 

• Alterar el comportamiento de células, tejidos y órganos.

• Alterar niveles hormonales.

• Alterar los procesos químicos celulares.

• Alterar la percepción del tiempo en animales y seres humanos.

• Inducir el sueño y los estados meditativos.

• Disminuir el nivel de stress.

• Afectar benéficamente los procesos de inmunidad.

• Equilibrar el ritmo cerebral.

• Lentificar las taquicardias.

• Estimular los procesos de aprendizaje.

• Expandir la conciencia.

• Generar un mayor flujo de energía vital (KI – CHI)

• Estimular los procesos curativos naturales.

• Incrementar la actividad del biocampo humano creando una barrera defensiva

contra las agresiones del medio ambiente, ya sea físicas ó psíquicas.

La Resonancia Schumann es reconocida por la ciencia como un indicador sensible de las variaciones de la temperatura y de las condiciones del clima en el planeta. Estas resonancias fluctuantes, sumadas a las explosiones solares, pueden ser un factor determinante en las inundaciones, severas tormentas y variaciones en el clima de los recientes años.

 

Oficialmente el proyecto HAARP (Programa de Investigación de Auroras Activas de Alta Frecuencia) se desarrolló para estudiar la ionosfera, su interacción con el clima espacial y cómo eso afecta a las comunicaciones de radio aquí en la tierra, así como la generación de VLF (muy baja frecuencia) y ELF (extremadamente baja frecuencia) ondas de radio que pueden viajar alrededor del mundo para penetrar en las profundidades del mar para comunicarse con los submarinos y en el suelo para revelar estructuras subterráneas.

Si bien, un estudio del Sistema de Datos Astrofísicos (ADS) operado por el Observatorio Astrofísico Smithsonian bajo el Acuerdo de Cooperación de la NASA, realizó un experimento de excitación artificial de la resonancia Schumann con el HAARP es decir, la excitación artificial de ondas electromagnéticas de frecuencia extremadamente baja (ELF) con frecuencias correspondientes a la frecuencia de resonancia Schumann.

 

El experimento concluyó que las ondas electromagnéticas con estas frecuencias pueden formar un patrón permanente dentro de la cavidad esférica formada por la superficie de la tierra y la ionosfera demostrando que el calentamiento de la ionosfera puede excitar ondas electromagnéticas de amplitud relativamente grande con frecuencias en el rango de la resonancia Schumann.

Perturbar todavía más, es decir, hacer agujeros en una ionosfera sobrecalentada, puede provocar trastornos metereológicos catastróficos. Existe un riesgo potencial de que éstos sean desencadenados por los militares, a la sombra de la SDI, para desestabilizar regiones enteras por medio de perturbaciones climáticas, sin tener siquiera que recurrir a la guerra convencional.

 

También parece existir una relación entre los chemtrails y el desarrollo de la tecnología HAARP ya que el poder reflectante de estas nubes (chemtrails) podría influenciar en el recalentamiento de la atmósfera y la meteorología. Además, la gran sequía que ha afectado a grades regiones se sospecha que está relacionada con la sal de bario, altamente tóxica y absorbedora de humedad (hasta siete veces su propio peso), detectada en grandes cantidades en la atmósfera, después de los chemtrails.

Hasta la CIA publicó en 2016 una transcripción en su sitio web de un discurso pronunciado por su director, John O. Brennan, ante el Consejo de Relaciones Exteriores, confirmando la existencia de varias tecnologías de geoingeniería utilizadas en un programa de modificación del clima de EE.UU. Entre ellas destacó “la inyección de aerosol estratosférico, o SAI, un método para sembrar la estratosfera con partículas” o lo que es lo mismo, las estelas químicas en los cielos (chemtrails).

 

Por último, es indudable que el 5G afecta a la resonancia Schumann. Lo aniquila. Esto se debe a que la resonancia del 5G se encuentra entre el rango de frecuencia LTE de 600 MHz a 6 GHz y en bandas de ondas milimétricas de 24 a 86 GHz. La radiación inalámbrica en MHz y GHz es literalmente millones y miles de millones de veces la frecuencia normal de la Tierra.

 

1G, 2G, 3G, 4G y Wi-Fi utilizan entre 1 y 5 gigahercios de frecuencia. 5G usa entre 24 y 86 gigahercios de frecuencia. Dentro de la porción de RF del espectro electromagnético, cuanto mayor es la frecuencia, más peligrosa es para todos los organismos vivos.

“La radiación inalámbrica tiene efectos biológicos. Este ya no es un tema de debate cuando se mira PubMed y la literatura de revisión por pares. Estos efectos se ven en todas las formas de vida; plantas, animales, insectos, microbios.

En los seres humanos tenemos ahora una clara evidencia de cáncer. Tenemos evidencia de daño en el ADN, miocardiopatía, que es el precursor de la insuficiencia cardíaca congestiva, efectos neuropsiquiátricos…

5G es una aplicación no probada de una tecnología que sabemos que es dañina; lo sabemos por la ciencia. En el mundo académico, esto se denomina investigación con sujetos humanos”.

Dra. Sharon Goldberg, Junta Asesora Médica de “Somos la Evidencia”

 

Por tanto, existe una clara evidencia de daño en el ADN, miopatía cardíaca, efectos neuropsiquiátricos y una clara evidencia de algunos cánceres, incluidos los gliomas, meningiomas y neuromas acústicos.

Las ondas inalámbricas no solo afectan la resonancia de Schumann, que es con lo que evolucionó todo en la tierra, y en qué resuenan nuestros ritmos de onda alfa, sino que además, están alterando el equilibrio de los sistemas de comunicación electromagnéticos humanos. Eso es porque las frecuencias 5G afectan los patrones de pensamiento y la mente. Cada emoción tiene una cierta frecuencia. El odio tiene una frecuencia y es diferente al amor, como lo demuestran los experimentos con el agua del Dr. Masaru Emoto.

 

Cuando nuestros campos electromagnéticos están en armonía tenemos salud: psicológica y física. Pero dado el hecho de que 5G afecta la resonancia Schumann y causa daño al ADN, la salud es imposible.


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