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El plan de Bill Gates para enfriar el planeta con polvo en la atmósfera comenzará a probarse en Suecia

El multimillonario estadounidense Bill Gates financia un proyecto de geoingeniería lanzado por investigadores de la Universidad de Harvard con la intención de “tapar el sol” para “enfriar el planeta”, con el objetivo de contrarrestar los efectos del “calentamiento global”.

 

En la iniciativa “Experimento de Perturbación Controlada Estratosférica (SCoPEx)”, Gates, propuso verter a la atmósfera toneladas de polvo de carbonato de calcio para atenuar la luz solar y resistir los efectos del “cambio climático”.

Se estipula que para junio de este año comenzarán las pruebas del proyecto financiado por Bill Gates, presidente de la Fundación Bill y Melinda Gates (B&MGF o Fundación Gates), cuyo objetivo es rociar millones de toneladas de polvo de tiza en la estratosfera para “atenuar el Sol” y enfriar la temperatura de la Tierra.

 

El sistema será testeado primeramente por científicos de la Universidad de Harvard y enviarán un globo a 19 kilómetros sobre Kiruna (Suecia), para que este arroje dos kilogramos de polvo de tiza a la estratosfera.

 

El proyecto denominado “Experimento de Perturbación Controlada Estratosférica” (SCoPEx) tiene como objetivo que el polvo de carbonato de calcio desvíe una parte de la radiación del sol, evite que golpee la superficie y enfríe de esa manera la temperatura del planeta. La prueba costará alrededor de 3 millones de dólares.

Mediante esta primera prueba, se recopilará información sobre la reacción de las partículas de polvo para luego introducirla en modelos informáticos con el fin de predecir qué sucedería si la operación se llevara a cabo en una escala global.

 

Por su parte, la comunidad científica criticó el proyecto: el profesor de la Universidad de Edimburgo Stuart Haszeldine declaró al diario The Times que bloquear el sol no serviría de nada para resolver los problemas climáticos. “Refrescaría el planeta al reflejar la radiación solar, pero una vez que te das cuenta de eso, es como tomar heroína: tienes que seguir consumiendo la droga para seguir teniendo el efecto”, explicó.

 

David King, de la Universidad de Cambridge, advirtió que podría provocar un desastre a los sistemas meteorológicos de maneras impredecibles por lo tanto los datos deberán recopilarse mediante modelos de pruebas.

¿Qué consecuencias para la salud humana y la inmunología podría tener que llegue al suelo una energía solar en versión atenuada? ¿Qué consecuencias podría tener para la vida sobre el planeta una medida de esta envergadura?  Un temor es que la propagación de polvo hacia la estratosfera pueda dañar la capa de ozono que nos protege de la peligrosa radiación ultravioleta que puede dañar el ADN humano y causar cánceres.

 

Cualquier cambio en la temperatura media global cambiaría a su vez la forma en que se distribuye el calor en todo el mundo, y algunos lugares se calentarán más que otros. Esto, a su vez, afectaría los niveles de lluvia. El calor impulsa el ciclo del agua, en el que el agua se evapora, forma nubes y cae en forma de lluvia. Cualquier alteración del calor causaría un cambio acompañante en los patrones de lluvia. Pero, ¿cómo y dónde exactamente?

A los climatólogos también les preocupa que tales modificaciones puedan interrumpir involuntariamente la circulación de las corrientes oceánicas que regulan nuestro clima. Esto en sí mismo podría desencadenar un brote global de eventos climáticos extremos que podrían devastar tierras agrícolas, acabar con especies enteras y fomentar epidemias de enfermedades.

 

Existe un peligro adicional. La tecnología involucrada es seductoramente barata, quizás menos de U$S 10 mil millones al año. Esto significa que una nación individual podría usarlo para sus propios fines, tal vez como arma de guerra o chantaje.

Una de las directoras del equipo de Harvard, Lizzie Burns, admite: “Nuestra idea es aterradora … Pero también lo es el cambio climático”, un comodín que últimamente puede servir para legitimar cualquier acción por drástica que sea.

 

David Keith, profesor de física aplicada de la Universidad de Harvard, reconoció que existen “muchas preocupaciones reales” de la geoingeniería ya que nadie sabe qué pasará efectivamente hasta que se libere el CaCO 3 a la atmósfera y se estudien sus efectos.


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